La tasa
Tobin inspira el nuevo impuesto acordado por la Eurozona
martes, 09/10/12 - 17:32
Madrid, 9 oct.- España,
Italia y otros nueve países europeos, todos de la Eurozona, han acordado
impulsar la creación de una tasa sobre las transacciones financieras a la banca
mediante el sistema de la cooperación reforzada.
Este impuesto es una versión de la denominada
"tasa Tobin", una propuesta de 1972 del premio Nobel de Economía
James Tobin, que consistía en gravar las transferencias de divisas con una tasa
inferior al uno por ciento.
La iniciativa fue una reacción a la incertidumbre en
los mercados de divisas
a consecuencia de los constantes ataques especulativos a las monedas después de
que Estados Unidos
abandonase el sistema monetario surgido de Bretton Woods.
A finales de la década de los setenta, el premio Nobel
amplió su propuesta. El objetivo ya no era únicamente amortiguar las
fluctuaciones de los tipos de cambio, sino también recaudar fondos que podrían
ser administrados por el Fondo
Monetario Internacional (FMI) o el Banco Mundial
(BM).
El impuesto diseñado por Tobin volvió al debate
público en 1997, cuando Ignacio Ramonet,
director de "Le Monde Diplomatique", proponía su adopción para
combatir la especulación y recaudar fondos para luchar contra la pobreza.
De esta idea surgió ATTAC (Asociación por una Tasa a
las Transacciones financieras para Ayuda a los Ciudadanos), una de
las organizaciones que forman parte del Movimiento Antiglobalización.
Existen muchas dudas sobre su aplicación práctica. Sus
detractores alegan que la implantación de un impuesto de este tipo en un solo
país es poco eficaz porque alejaría la inversión internacional, mientras que su
extensión a todo el planeta es impensable.
Sin embargo, Francia estrenó en
agosto de este año un impuesto del 0,2 por ciento sobre algunas operaciones de
compraventa de títulos de grandes capitalizaciones bursátiles.
En Londres, primera plaza financiera de Europa, existe una tasa
similar conocida como "stamp duty", aplicada a algunos productos
financieros como los títulos bursátiles.
En el caso de la Eurozona, la idea de impulsar la
cooperación reforzada para introducir la tasa a las transacciones financieras
surgió de Alemania y Francia.
La cooperación reforzada consensuada hoy se basaría en
gravar con un mínimo del 0,1 % las transacciones con acciones y bonos, y con el
0,01 % las operaciones con derivados para contribuir a financiar el coste de la
crisis.
(Agencia
EFE)
Desde el complejo hotelero de Breton Woods en 1944, se creó el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Pero no sólo eso, también se establecieron las reglas para las relaciones comerciales y financieras entre los países más industrializados del mundo, estableciendo el Dólar estadounidense, como moneda de uso internacional. Esto tuvo sus consecuencias.
Y no es que Robin de Loxley tuviera nada que decir en aquel hotel, es que, unos años después, en el verano de 1971, Richard Nixon eliminó la convertibilidad oro/dólar. El metal precioso ya no era moneda de cambio, pasaba a mandar el billete verde. A raíz de esto, y para evitar la excesiva especulación sobre las divisas, el profesor James Tobin ideó su famosa tasa.
En un principio y parafraseando al Nobel, simplemente era una medida para “arrojar algunos granos de arena en los engranajes de las finanzas internacionales”. La idea era sencilla, si se aplica un porcentaje en las transacciones puramente especulativas en el mercado de divisas, la rentabilidad del inversor cae y hace la inversión menos atractiva. Esa menor actividad, acarrearía más estabilidad a las divisas, ni más ni menos que el objetivo. En el centro de la diana.
Hoy, esa tasa “ha evolucionado” y lo que en un principio pretendía únicamente dar estabilidad a las divisas, se ha transformado en aplicar un porcentaje para la mayoría de las actividades financieras. Es decir, que los granos de arena, van a caer a partir de ahora, en los engranajes de las finanzas personales de muchos pequeños inversores.
En este caso la idea también es sencilla, más si cabe, recaudar. Simplemente recaudar. Es como aquella escena tan espectacular y emocionante en la que Kevin Costner, atraviesa una flecha con otra de manera perfecta, justo en el centro. La tasa es como esa flecha, directa, donde debe ir. Sin embargo, no es tan emocionante ni espectacular cuando nosotros somos la diana…
Fue la ONG OXFAM quien bautizó erróneamente la tasa con el nombre del personaje de ficción, ya que consideraba más loable el recaudar para destinar los fondos a fines sociales. Sin embargo, el fundador original de la idea pretende desligarse de los movimientos antiglobalización, siendo claro defensor de la economía libre.
Por otro lado, y a pesar de lo discutible de la actuación del héroe medieval inglés, no está tan mal si realmente esos ingresos van a parar a las empresas, a los generadores de empleo. El problema es que Rajoy Hood y sus compañeros europeos, acaben destinando la recaudación a pagar intereses de la deuda y no a incentivar la economía real.
R. Naturalmente que me alegra; pero los
aplausos más sonoros vienen del lado equivocado. Mire usted, yo soy economista
y, como la mayoría de los economistas, partidario del libre comercio. Además,
estoy a favor del Fondo Monetario Internacional, del Banco Mundial, de la
Organización Mundial de Comercio. Abusan de mi nombre.
Willem Frederik Duisenberg (9 de julio de 1935 – 31 de julio de 2005) fue un banquero y político neerlandés. Como primer presidente del Banco Central Europeo, entre 1998 y 2003, fue uno de los artífices de la introducción de la moneda común europea, el euro, en once países en el año 2002.
George Soros (12 de agosto de 1930, Budapest) es un especulador financiero, inversor, filósofo y activista político de origen húngaro y nacionalizado estadounidense.[1] Se hizo famoso por el hecho conocido como miércoles negro, es decir, por provocar la quiebra del Banco de Inglaterra el 16 de septiembre de 1992. Con una fortuna neta valorada en unos 22.000 millones de dólares en septiembre de 2011, está considerado por la revista Forbes como la séptima persona más rica del mundo.[2] Por otra parte, es conocido por su apoyo a diversos movimientos sociales dentro de una filosofía de sociedad abierta, muy influida por el liberalismo de su amigo y filósofo Karl Popper. Fue miembro de la junta del Council on Foreign Relations. Durante la década de los 80, respaldó el movimiento sindical polaco Solidarność, así como la organización Carta 77 en la entonces Checoslovaquia, con la finalidad de contribuir al fin del dominio político de la Unión Soviética en esos países.
Robin Hood, Premio Nobel de Economía
Alfonso Morte,
Analista técnico independiente
01/10/2012
A veces la realidad supera a la ficción. Después de varias versiones
cinematográficas, parece que Robin Hood, no sólo existe, sino que además fue
reconocido con el premio Nobel de Economía en 1981.
Desde el complejo hotelero de Breton Woods en 1944, se creó el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Pero no sólo eso, también se establecieron las reglas para las relaciones comerciales y financieras entre los países más industrializados del mundo, estableciendo el Dólar estadounidense, como moneda de uso internacional. Esto tuvo sus consecuencias.
Y no es que Robin de Loxley tuviera nada que decir en aquel hotel, es que, unos años después, en el verano de 1971, Richard Nixon eliminó la convertibilidad oro/dólar. El metal precioso ya no era moneda de cambio, pasaba a mandar el billete verde. A raíz de esto, y para evitar la excesiva especulación sobre las divisas, el profesor James Tobin ideó su famosa tasa.
En un principio y parafraseando al Nobel, simplemente era una medida para “arrojar algunos granos de arena en los engranajes de las finanzas internacionales”. La idea era sencilla, si se aplica un porcentaje en las transacciones puramente especulativas en el mercado de divisas, la rentabilidad del inversor cae y hace la inversión menos atractiva. Esa menor actividad, acarrearía más estabilidad a las divisas, ni más ni menos que el objetivo. En el centro de la diana.
Hoy, esa tasa “ha evolucionado” y lo que en un principio pretendía únicamente dar estabilidad a las divisas, se ha transformado en aplicar un porcentaje para la mayoría de las actividades financieras. Es decir, que los granos de arena, van a caer a partir de ahora, en los engranajes de las finanzas personales de muchos pequeños inversores.
En este caso la idea también es sencilla, más si cabe, recaudar. Simplemente recaudar. Es como aquella escena tan espectacular y emocionante en la que Kevin Costner, atraviesa una flecha con otra de manera perfecta, justo en el centro. La tasa es como esa flecha, directa, donde debe ir. Sin embargo, no es tan emocionante ni espectacular cuando nosotros somos la diana…
Fue la ONG OXFAM quien bautizó erróneamente la tasa con el nombre del personaje de ficción, ya que consideraba más loable el recaudar para destinar los fondos a fines sociales. Sin embargo, el fundador original de la idea pretende desligarse de los movimientos antiglobalización, siendo claro defensor de la economía libre.
Por otro lado, y a pesar de lo discutible de la actuación del héroe medieval inglés, no está tan mal si realmente esos ingresos van a parar a las empresas, a los generadores de empleo. El problema es que Rajoy Hood y sus compañeros europeos, acaben destinando la recaudación a pagar intereses de la deuda y no a incentivar la economía real.
Una entrevista a James Tobin
publicada en DER SPIEGEL (36/2001, pág. 122) el 3 de septiembre de 2001.
publicada en DER SPIEGEL (36/2001, pág. 122) el 3 de septiembre de 2001.
El Premio Nobel de Economía James Tobin habla del
sorprendente redescubrimiento de su impuesto sobre la especulación, de su
conflictiva relación con los adversarios de la globalización y de los errores
del Banco Central Europeo.
Pregunta. Señor Tobin, usted está aquí en Wisconsin,
tranquilamente sentado junto a un lago, mientras los críticos de la
globalización ensayan en Europa una revuelta en su nombre. ¿No le levanta eso
de su banco?
Respuesta. En absoluto. No tengo ni lo más
mínimo en común con estos revoltosos de la antiglobalización.
P. La organización de protesta Attac
tomó al principio su nombre, los manifestantes exigen a gritos la tasa Tobin.
¿No le alegra nada que, treinta años después de que usted la expusiera, su idea
de imponer una tasa a la especulación en las transacciones financieras,
encuentre por fin partidarios?
P. Este movimiento quiere que se graven
las transacciones financieras internacionales. Así se domarían los mercados de
capital y con los ingresos adicionales se intensificaría la ayuda al desarrollo
¿No suena eso igual a su propuesta?
R. Yo había propuesto que se pusieran
los ingresos a disposición del Banco Mundial. Pero eso no era lo que a mí me
preocupaba. El impuesto sobre las transacciones de divisas estaba pensado para
amortiguar las fluctuaciones de los tipos de cambio. La idea es muy simple: en
cada cambio de una moneda a otra se impondría una pequeña tasa, digamos del
0,5% del volumen de la transacción. Así se disuade a los especuladores. Porque
muchos inversores invierten su dinero en divisas a muy corto plazo. Si este
dinero se retira de repente, los países tienen que elevar drásticamente los
intereses para que la moneda siga siendo atractiva. Pero los intereses altos
son a menudo desastrosos para la economía nacional, como han puesto de
manifiesto las crisis de los años noventa de México, el Sudeste asiático y
Rusia. Mi tasa devolvería un margen de maniobra a los bancos emisores de los
países pequeños y opondría algo al dictado de los mercados financieros.
P. Espantar a los especuladores,
dictadura de los mercados financieros: ¿No es esto lo que dicen los críticos de
la globalización?
R. Lo que les importa a ellos sobre
todo, creo yo, son los ingresos procedentes de los impuestos, con los que
quieren financiar sus proyectos para mejorar el mundo. Pero, para mí, recaudar
dinero no es precisamente lo más importante. Yo quería frenar el tráfico de
divisas; los ingresos fiscales son para mí un subproducto.
P. Entonces, ¿qué hay en contra de que
este subproducto se use para buenos fines?
R. Nada, yo me alegraría de que esos
ingresos les llegaran a los pobres del mundo. Pero sobre eso tendrían que
decidir los gobiernos.
P. ¿Qué le indujo a usted en 1972 a
desarrollar la tasa Tobin?
R. Yo soy un discípulo de Keynes, y
éste ya proponía en el famoso Capítulo XII de su Teoría general del empleo, del
interés y del dinero un impuesto así sobre las transacciones, con el fin de
vincular los inversores a sus acciones de una forma duradera. Esta idea la
traspasé yo en 1971 a los mercados de divisas. Entonces EE UU se despidió del
sistema de Bretton Woods de tipos de cambio fijos y, al mismo tiempo, las
primeras transacciones electrónicas de dinero por ordenador prometían un
gigantesco aumento del número de transacciones. Yo quería aminorar la velocidad
de este proceso para que se especulara menos y para que los tipos de cambio no
fluctuaran tanto. Hoy en día, cuando en cualquier momento cualquiera puede
comerciar en el mercado de valores con su ordenador personal, este problema se
ha acrecentado muchísimo.
P. ¿La introducción de este impuesto a
la especulación no tendría que llevarse a cabo en todas partes al mismo tiempo
para evitar guaridas y paraísos fiscales? ¿Quién va a dirigir esto? ¿Una
autoridad internacional de la tasa Tobin?
R. Esto lo podría hacer el FMI. Tiene
experiencia con el sistema monetario internacional: casi todos los países
pertenecen a él.
P. ¿Precisamente el FMI? No sólo entre
los adversarios de la globalización se le considera el asistente de los actos
del capitalismo global, que mejor sería suprimir.
R. Al contrario: yo creo que el FMI
debe ser reforzado y ampliado. Claro que ha cometido muchos fallos, sin duda.
Pero, como le ocurre al Banco Mundial, tiene demasiados pocos medios a su
disposición para ayudar sobre todo a las economías pobres y subdesarrolladas.
El Banco Mundial y el FMI no son parte de una conspiración llamada
globalización.
P. ¿Vale eso también para la
Organización Mundial de Comercio?
R. Naturalmente. Ya su antecesor, el
GATT, había hecho muchas cosas buenas por ampliar el mercado mundial.
P. No todo el mundo tiene una visión
tan positiva. Decenas de miles de adversarios de la globalización atacaron en
1999 en Seattle la reunión de ministros de la OMC.
R. La OMC necesita más poder, también
sobre EE UU. La OMC debería poder prohibir que los países industrializados
bloquearan las importaciones de los países en vías de desarrollo con toda clase
de trabas al comercio.
P. El hecho es que los países
industriales abastecen al Tercer Mundo de productos y lo utilizan como mano de
obra barata.
R. Todo eso de que el FMI, el Banco
Mundial y la Organización Mundial de Comercio son los enemigos de los países en
vías de desarrollo me parece mal enfocado. Los problemas de la globalización no
se resuelven deteniéndola. Todos los países y sus habitantes se benefician del
libre intercambio de mercancías y de capital.
P. ¿Entonces por qué ha aumentado la
pobreza en el mundo?
R. No ha aumentado en absoluto. Tomemos
Corea del Sur, que en 1960 era un país paupérrimo. Ahora es una de las naciones
industriales del mundo. Lo mismo vale para otros tigres asiáticos, pese
a la crisis del sudeste asiático de hace cuatro años. Estos países siguen
siendo más prósperos que hace tres décadas. Y lo son gracias al mercado y al
capital extranjero.
P. Puede que algunos países se
beneficien, pero en una perspectiva global, los ricos se hacen más ricos y los
pobres más pobres.
R. La pobreza puede tener muchas
causas, la mayoría de ellas debidas a los países mismos. No van a mejorar su
situación con medidas como las que recomiendan los adversarios de la
globalización, como la implantación mundial de normas occidentales para los
puestos de trabajo. De esa manera se reduce la competitividad de las
exportaciones de los países pobres a los mercados ricos.
P. ¿Usted acusa a Attac de ser un mal
abogado de los pobres?
R. No conozco con exactitud las
propuestas de Attac. Las últimas protestas son bastante contradictorias y
dispares, ni siquiera sé si todo esto refleja lo que es Attac. Sus posiciones
son bien intencionadas y mal pensadas. No quiero ver mi nombre asociado con
eso.
P. ¿Ha hablado usted alguna vez con
Attac?
R. El presidente, Bernard Cassen me ha
llamado una vez y me ha invitado a París. Allí tendría que aparecer ante unos
miles de partidarios entusiastas.
P. ¿Qué le ha contestado usted?
R. He dicho que no. Por motivos
familiares y porque no quería que se me identificara con los fines de Attac.
Desde entonces no he oído nada de él. Attac no me ha comunicado que está
haciendo propaganda de mi impuesto.
P. ¿Cómo se explica usted que su idea
tenga tantos partidarios entre los activistas políticos y que, sin embargo, los
expertos en economía la critiquen?
R. Tampoco lo hacen todos. La mayoría
de los economistas sencillamente ignoran mi proyecto. Pero sí que hay una serie
de libros y de artículos sobre la tasa Tobin. Algunos están a favor; otros la
critican, y los hay que no se deciden.
P. El profesor Rudi Dornbusch del
Instituto de Tecnología de Massachussets ve su impuesto de una manera crítica;
Robert Mundell, como usted Premio Nobel de Economía, incluso la considera una
idea 'tonta'.
R. Confío en
que se refieran a Attac y sus cómplices, no a mi impuesto.
P. Precisamente
George Soros, el especulador más famoso del mundo, elogia su impuesto espantaespeculadores.
¿Otra vez un aplauso que viene de mal sitio?
R. El hombre
sabe bien de qué habla. Soros ha ganado mucho dinero en los mercados
financieros, esto no es en sí un pecado. Además tiene unas ideas muy
heterodoxas sobre el sistema monetario mundial. De él tendrían que tener más
cuidado los ministros de finanzas del mundo que de mí, a él tendrían que tenerle
más miedo, porque él cuenta con los medios para poner en práctica sus planes.
P. ¿Cree usted
que su tasa Tobin va a ser realidad algún día?
R. No hay
ninguna oportunidad, me temo. La gente que decide en el mundo financiero
internacional están en contra.
P. Los
ministros europeos de economía y finanzas van a debatir la tasa Tobin en su
reunión de finales de septiembre en Lieja.
R. Probablemente
eso no va a ser más que una representación teatral. Dudo que se vaya a
reflexionar en serio sobre eso. Al fin y al cabo, no quieren cargar al sector
financiero con un impuesto más.
P. ¿Por qué,
para la protección de las monedas, no se vuelve a un sistema de tipos de cambio
fijos?
R. Esto se
intentó y fracasó. Los especuladores como Soros dejan a los bancos emisores
fuera de juego con sus maniobras. Mire usted Argentina, que ha acoplado su peso
directamente al dólar USA. Lo que está pasando allí es un desastre, un desastre
absoluto. Esos tipos de cambio irrefutables son invitaciones a la especulación.
Los traficantes apuestan a si los bancos emisores tienen la voluntad y la
capacidad de defender los tipos de cambio acordados. No, los sistemas de tipos
de cambio fijos están pasados de moda.
P. ¿Por qué no
evitar las crisis monetarias sencillamente suprimiendo las monedas? ¿No tendría
sentido también en Asia y en América un modelo euro?
R. Tal como yo
lo veo, el euro no es precisamente el gran éxito que se impone como modelo para
otras regiones del mundo.
P. El euro
recobra terreno ante el dólar.
R. No me
refiero a su valor. Eurolandia adolece de que la economía general de Europa se
encuentra en una situación que no es buena. El culpable es el Banco Central
Europeo, porque no ha seguido una política como el banco emisor americano.
P. ¿Que sería
cuál?
R. Wim Duisenberg,
presidente del Banco Central Europeo, me ha dicho una vez que él no tenía nada
que ver con la economía real, con el crecimiento y con el empleo. Que su misión
era combatir la inflación. Si esto es todo lo que puede ofrecer la política
monetaria europea, no es sorprendente que la economía en Europa esté débil.
P. ¿Cómo ha
razonado Duisenberg su posición?
R. Él tiene una
visión muy ideológica. Para él, la estabilidad de los precios es una especie de
religión, como pasaba antes en EE UU con los monetaristas. Por suerte, el
presidente del banco central americano Alan Greenspan no era uno de ellos. La
Reserva Federal no se limita a mantener la estabilidad de los precios. También
se siente responsable del crecimiento y de los puestos de trabajo. Greenspan
siempre ha dicho que la Reserva Federal trata de conseguir ambas cosas con
todas sus fuerzas.
P. ¿Fue esto
una obra de arte a la vista del auge económico más duradero de la historia de
Estados Unidos?
R. El auge
no fue una mera casualidad histórica. Greenspan tiene mucho que ver con esto,
igual que el Gobierno de Clinton. Sin duda, Greenspan tuvo suerte, pero es que
además tuvo valor. En 1994 era una ley sagrada para el banco emisor que la
inflación amenazaba si la tasa de desempleo bajaba del 6%. Cuando entonces
alcanzamos este valor límite y la inflación siguió comportándose bien,
Greenspan resistió las presiones y no intervino, no redujo la cantidad de
dinero. Bajamos a un 4% de desempleo, y sin embargo la inflación no subió, sólo
porque Greenspan tuvo el coraje de enfrentarse a las doctrinas tradicionales.
Duisenberg nunca se atrevería a algo así.
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Wim Duisenberg, en una conferencia de prensa en la sede del Fondo Monetario Internacional en Washington en el año 2001
Willem Frederik Duisenberg (9 de julio de 1935 – 31 de julio de 2005) fue un banquero y político neerlandés. Como primer presidente del Banco Central Europeo, entre 1998 y 2003, fue uno de los artífices de la introducción de la moneda común europea, el euro, en once países en el año 2002.
George Soros
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George Soros
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Nacimiento | 12 de agosto de 1930 (82 años)![]() |
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Hijos | Robert, Andrea, Jonathan, Alexander, Gregory. |
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